No me regales relojes,
para que al tiempo
yo lo desaloje.
No quiero manecillas,
ni arena que cae
por un lado,
y sube por el otro.
No quiero relojes.
Ni de arena,
ni de pulsera,
ni de pared.
Si acaso, yo
quiero ser,
el cuco que se asoma
a cada hora.
A las y medias,
a los cuartos,
y a las en punto.
Por la puertecita,
anunciando tu hora.
Tu hora y la mía.
Tu tiempo y el mío.
Pícaro y pillo
ese cuco quiero
ser yo.
La medida de tu tiempo,
la medida de tus horas,
y nunca a deshora.
Sin atrasos, ni adelantos.
Compartir el mismo tiempo.
El mismo huso,
y el mismo segundo.
Compartir el mismo uso,
el de tu tiempo y el mío.
No quiero campanadas,
ni que tú estés
en lo alto del campanario.
Y yo tire de la soga.
Quiero compartir
la misma cuerda contigo.
Que los dos hagamos
sonar el mismo carillón,
y dar el mismo tintineo.
Que repiquemos al unísono,
con la misma oscilación
y el mismo contoneo.
Siempre el mismo campaneo.
Que cascabeleemos
al mismo meneo.
Y balanceemos juntos.
Que se nos escuche
desde lo alto del cerro
y que si alguien
nos dice,
que estamos
como un cencerro
y que desafinamos.
¡Que digan, lo que digan!
Quiero ser la medida
de tu tiempo.
Y que tú seas la cadencia
del mío.
Al mismo compás
y en el mismo tic-tac.
Dale tiempo a este
momento…