La hermana Carmen G. nos dio clases de ciencias sociales, no sé el porqué pero le gustaba sacar voluntarias y se pasaba el día pidiendo voluntarias y si no había voluntarias, entonces sacaba a cualquiera a dar la lección. En algunas clases estaba bastante despistada, así que se le podía contar un cuento fácilmente, y no darse cuenta de las barbaridades que se recitaban. Estábamos dado la guerra del Vietnam, el Gral. Mac –Arthur y Pol pot, que parece que le gustaba mucho ese tema -yo creo que tenía debilidad por el mundo oriental, porque los chinos, japos , vietnamitas y filipinos le tiraban mucho…. …y salió a dar la lección Nieves M. En la vida me he reído más, iba bien contándole todo, pero de repente le echó cara al asunto porque no se sabía más, o se le había olvidado el resto, o simplemente le echó cara… El caso es que de pronto se inventó ella solita una nueva batalla, en la que no había armas, ni metralletas, ni bombas…lo único que se usaba como munición eran puñáos de arroz que los vietnamitas – que eran gentes muy pobres- arrojaban causando enormes bajas en los yankies que eran el enemigo. Más que una lección, parecía aquello una guerra en versión Gila. Los vietnamitas más sofisticados usaban bolígrafos bic cristal como cerbatanas, y así lanzaban los granos de arroz. Estuvo como diez o más minutos relatando la guerra, y lo único que decía una y otra vez era lo del arroz que iba, arroz que venía…y la hermana Carmen Gómez, no movió una pestaña…y no la mandó sentar….Vamos que no le puso un cero….Y la clase muerta de risa, alucinando….
La hermana Carmen tenía una peculiaridad…cuando hablaba se le saltaba algunas veces la saliva, así que era habitual que a las que estuvieran en primera fila, les llegara algo… Por eso estableció por decisión popular de la clase, la norma de que iríamos rotando…así cada semana la fila segunda pasaba a la primera, la tercera a la segunda… y así sucesivamente. Con ello, todo el curso se mojaba igual. Un año fuimos de excursión con ella …de camino hicimos una parada para desayunar algo a media mañana , no se me puede olvidar la cara que pusimos todas, cuando mientras nosotras nos tomábamos un café, un zumo, un colacao o si acaso una coca-cola….ella estaba tomándose una cerveza. De repente nos miramos y caímos en la cuenta de algo…….la cerveza y el bicarbonato.
Aprendimos geografía e historia por un tubo, nos sabíamos todas las capitales, cordilleras, cabos y golfos de España y parte del extranjero. Estudiamos los hechos históricos más importantes. Y nunca se me olvidará que el Ebro nace en Fontibre, provincia de Santander (ahora Cantabria). Y ella además de nuestra profesora, fue también muchos años la directora…supongo que la que mejor conocía nuestras aventuras y desventuras. …además ella nos enseñó que el marxismo era intrínsecamente malo. Esa palabra la aprendí de ella, no la había escuchado nunca antes, y desde entonces forma parte de mi lenguaje en muchas ocasiones. Tenía usted razón hermana, es malo malísimo…
La hermana Pilar García nos daba religión y era nuestra tutora…nos pasamos el año comentando la biblia A mí me mosqueaban sus gafas, porque eran medio oscuras y reflectantes…parecían más de esquí que de ver….nunca se sabía a ciencia cierta dónde miraba, ni a quién…y eso era un mosqueo permanente. Cuando teníamos misa con ella, por grupos las íbamos preparando, y como dice Emma, éramos tan brutas que a veces elegíamos las lecturas sin tener en cuenta si era tiempo de cuaresma, pascua o adviento… En las misas, siempre había algún grupito que se sentaba junto al órgano que tocaba la hermana Pilar de música, y se pasaban la misa mirando el movimiento de sus pies sobre aquel órgano…era como un bailaor de flamenco, qué movimiento hacía con los pies, y qué velocidad….
La madre Pilar, normalmente sacaba a dar la lección a alguien que había visto distraída en misa, o que llevaba algo fuera del uniforme, porque era muy maniática con ir siempre conjuntada con el uniforme perfecto. Y nosotras cuando llegaba la canícula, siempre empezábamos a añadir color a nuestros uniformes, parecía que con ese horario especial –después de ferias siempre canícula hasta final de curso — las normas en la vestimenta se relajaban, nos poníamos los pulligam chalecos, sin mangas de colores sobre nuestro uniforme… Pero para la madre la uniformidad en el vestir era innegociable. Así que no toleraba un jersey de otro color, un coletero fosforito, unas horquillas amarillas, ni nada similar. Nosotras éramos muy avezadas, y dimos cuenta de ello, así que encontramos la forma para salir airosas a dar la lección. El día que la llevabas muy bien preparada…era tan simple como ponerse un lazo de algodón de Don Algodón, de color que no fuera azul…y zás, te veía en misa con él, y mientras tú estabas atenta al punteo de guitarra que siempre , siempre sonaba en la consagración – siempre sonaba el mismo, no sé si no había más en el repertorio musical o por qué nos gustaba tanto – ella ya había tomado nota y seleccionado a alguna. No te decía nada y por la tarde en la clase de religión eras la primera en salir a dar la lección….Y por supuesto, quien se presentaba “voluntaria forzosa”, era porque normalmente lo lleva preparado…y quien hacía que le preguntara, era por el mismo motivo. Sabíamos que el arte le pirraba, y que había varios ejemplos de ello en el cole, entre los cuales estaba el crucifijo del altar, nosotras solíamos decir que era muy feo ese Cristo, pues era más bien románico e inexpresivo, y muchas veces le soltábamos que por qué no lo cambiaban y ponían el que estaba junto al confesionario, que era más expresivo , gótico, y para nosotras mucho más bonito. No tenía nada que ver uno con otro….Creo que fue la hermana con la que empezamos a leer nuestra biblia Nácar Colunga de verdad, y en mi opinión aprendimos mucho en esa época, pues me temo que hoy en día apenas se lee en las escuelas.