En la historieta cada una reconocerá lo cierto o la ficción, la realidad o la exageración, que de todo hay. ….Lo voy a llamar Los hombres de Harrelson.
Además de las mujeres laicas o no que nos acompañaron en nuestra educación y en nuestros años en las Carmelitas, no podía olvidar que también hubo algunos hombres valientes y bien equipados que se enfrentaron a nuestra tribu. Éramos como delincuentes…de hecho, yo no tengo antecedentes penales tras mi paso por el colegio, porque me llamo milagros, pues mi cara la conocían en clausura – clausura, si entras …monja segura decíamos entonces – como la cara de las fotos los etarras. Y los castigos en mi casa eran permanentes, pero es que me lo pasaba tan bien, que me gustaba repetir. Por eso, a esos hombres los voy a llamar los Hombres de Harrelson, que era una serie de nuestra época colegial, y llevábamos las pegatinas de ellos en nuestras carpetas.
Entre ellos estaban: Rafa el de electricidad, mira que llamarle así a una asignatura… no pegaba para señoritas, y además nosotras en el colegio ya teníamos a nuestra Macgiver particular, La hermana Juana con su chaqueta de cuero, la llave inglesa y la aguja e hilo. Era la arregla tó y hacía maravillas. Para qué queríamos nosotras aprender con ese hombre esas cosas técnicas…. para conectar unos polos de un enchufe, o pelar unos cables y hacer un circuito tampoco se precisaba mucho… Y además de esas cosas, es mejor no saber mucho, porque si lo sabes, te toca todo a ti…. pero existía esa clase, y ese profesor….y no hablo más de él ,porque en otro capítulo de esta serie va a tener un papel fundamental .
Teníamos también al maestro de la rondalla: Alfredo y sus chicas…… (éste más que un Harrelson era Charlie el de las famosas Ángeles…siempre rodeado de ellas y las bandurrias) que afinaba al grupo, las enseñaba a tocar clavelitos, el redoble, el candil (Éste se versionó durante muchos años), y la misa extremeña que era básica en Mayo. También hubo años que nos dio por Palacagüina y allí todas cantando el Cristo ya nació de chepe pavon pavon y una tal Maria…. y acompañaba los bailes que Lali, la gran Lali enseñó a medio Cáceres. Espero que sus hijas suban alguna foto, porque sería imposible que no guarden recuerdos.
Otro de los mozos que andaban en el colegio además del perenne D. José Luis Caldera, que fue madurando con todas las generaciones. Lo conocimos de jovenzuelo, era bien apuesto y además es el que tuvo más intimidad – no en sentido bíblico, claro – con nosotras, pues es el único que conoció nuestros pecadillos. Vamos, un privilegiado…porque éste sabrá hasta lo de la callejina, como decía mi padre. Un cura más, fue D. José Reviriego y sus ejercicios espirituales, Gianni el italiano que nos enseñaba a cantar como los carismático el Lauda to si oh mi signore …. Y mover los brazos como posesas cuando se cantaba Aleluya…. y sobre todo el padre Tino, que nos dio ejercicios espirituales o terrenales…aunque para nosotros lo espiritual fuera que algunas se llevaron un susto de muerte por tener que compartir habitación con Francisca, y soltarle un sopapo por la mañana. Una vez batimos el récord de menor duración. Un día, y por gamberras nos mandaron a casa a la mañana siguiente. Y como desde la Montaña se veía todo muy lejos, y no había móviles ni nada…ahí estaban ellas con walkies talkies animando a sus amigos a visitarlas de incógnito. …
El que marcó época fue sin duda Joaquín el de Dibujo. Un joven apuesto, rubio y con barba, que a nosotros nos parecía Jesucristo Superstar…hay que reconocer que éste nos dio mucho juego, porque era guapo, guapo…..y simpático a más no poder….nos tenía a todas como tontas…. . Andaluz al que poníamos en muchos aprietos. Era nuestro particular David como el de Miguel Ángel. Nos enseñó las proporciones…en los dibujos, claro….aunque nosotras siempre lo utilizábamos a él de modelo. Entonces sí que nuestras clases eran un tabláo flamenco…. Lo pintábamos en la pizarra, y siempre había alguien que añadía el último detalle: su particular lunar. A mí me enseñó muchísimo y tuve la suerte de tenerlo como compañero en mis clases particulares de pintura con Mari Luz Antequera…así que yo disfruté de su presencia doblemente. Chincha!!! Muy jovencito él, y muy atrevido por darnos clases.
Otro Joaquín fue el de filosofía, éste era tímido…lo poníamos nerviosito, se le trababa la lengua cuando pretendía darnos a nosotras clases de filosofía. Digo pretendía porque a duras penas le dejábamos…Comentábamos textos con él, a la vez que cantábamos o le piropeábamos. Y no es que fuera un adonis, pero es que descubrimos que le poníamos nervioso con cualquier cosa…así que, nos aprovechamos. Se afeitó un día la barba…y pasó como con Sansón, perdió la gracia…y casi le corremos a gorrazos por ello. Entre los textos que comentábamos, le plantamos un día el texto de una canción, que causó polémica…el grupo era de lo más punk, y el nombre ya presagiaba escándalo: Las Vulpes. La canción se llamaba : Me gusta ser una zorra, imaginaros el estribillo (Hoy me da hasta vergüenza recordar que pusimos un recorte de prensa con la letra con unas chinchetas colgada en el forespán que teníamos en clase: Todas alucinando y riéndonos. Lourdes Terrón que creíamos que iba para monja, nos decía que eso era imposible, imposible…y se santiguaba…..bueno, pues lo bárbaras que éramos, que quisimos analizar ese texto con Joaquín, que no sabía por dónde salir…y él sólo quería hablar de los sofistas y San Agustín. María de la O…que nos hizo a todas desgraciaditas teniéndolo tó…..montó en cólera. Algo que hacía día si, y día no. Y nos soltó algo así como que le agriábamos el estómago y le generábamos exceso de bilis. Otro castigo general….. María de la O y otras monjas que llegaron esos años, fueron una revolución, no sólo porque vistieran de calle, allanaron el lenguaje tanto…que de vez en vez, se les escapaba alguna que otra palabra…., nos dejaban tutearlas, y claro ellas también nos tutearon y también de cuando en cuando, les soltábamos alguna palabra nosotras… (La revolución que causaron era similar a lo que pasó cuando la Leti llegó a la casa real…que diría Peñafiel, se igualó la monarquía, pero por abajo…). Camino, Isabel – la llaverino-, María de la O…eran como trillizas……Y la cuarta era Lourdes, que siempre iba un pasito detrás…
Hubo otros hombres, como Ramón… también conocido como Moncho el galleguiño, un jovenzuelo al que piropeaban hasta las párvulas. Éste creo que dio más juego al curso de mi hermana María José, que habían aprendido de sus hermanas mayores. ¿Qué más hombres había?, pues también estaba el novio de Toñi, que se pasaba el día en la calle esperando a ver si ella le decía algo….a estos dos los vimos crecer nosotras en el cole…Toñi pizpireta, que lo mismo se reía como que te echaba una bronca como si fuera la directora del colegio. Te la camelabas y te dejaba salir de estrangis….lo que le gustaba a ella hablar con nosotras, y lo que nos gustaba a nosotras que nos contara chismes… Está igualita, de ella sí que se puede decir que no ha cambiado nada, con su falda, sus piernas cortitas…las gafas y las rebecas como uniforme…..Y lo que nos gustaba a nosotras tener que salir por los pasillos con la campanilla para anunciar el cambio de clase. Esto era un privilegio reservado a las mayores…se había heredado de curso en curso esa costumbre…hasta que llegamos nosotras y nos la quisieron quitar. …. Otro que creció en el colegio es Juan el jardinero, pero entró ya cuando casi nosotras nos marchábamos…..Se le ve por los alrededores del colegio, siempre trabajando…ayudaba a las chicas de la limpieza que sacaban los cubos de basura….
El último hombre de mi lista no sé si seguirá existiendo, pero fue al único que le vimos el esqueleto…no creo que haya habido en las Carmelitas alguien más visitado, y al que le haya visto medio Cáceres en desnudo y en no en cueros, sino en huesos. Era el famoso Felipe, el esqueleto de no sabemos quién que donó su cuerpo a la ciencia…o eso se decía (y a lo mejor era de plástico), y que estaba en un laboratorio en el colegio. Le hacíamos visitas de incógnito, lo manoseábamos…y siempre había alguien que contaba de dónde procedía… Nos daba un repelús y salíamos pitando…