Desde hace años leo de casi cualquier tema que cae en mis manos, ya sea en papel como digitalmente. Me interesan múltiples temas, desde los más banales a aquellos con más profundidad, o del espíritu que dicen. Últimamente me llegan noticias de todo tipo, y muchas relacionadas con temas religiosos. Reconozco que ahora tengo más afán por aprender y aprehender, así que a lo largo del día tengo mi tiempo para leer y meditar sobre lo que leo.Sonó el timbre de la puerta, sábado por la mañana no es momento para mensajeros, carteros ni nada parecido. No esperaba a nadie, así que abrí la puerta después de mirar por la mirilla a ver si averiguaba quién llamaba. Dos señoras mayores, ancianas casi. No las conozco, ni puedo reconocer a alguna vecina de mi edificio. No tengo ni idea de qué querrán. Abro la puerta, pero no del todo porque se puede escapar Bolota a saludar alegremente al que llama, como es su costumbre. Así que, entreabro más bien. Asomo la cabeza y respondo a los buenos días que me dan ambas señoras. Me dicen que son testigos de Jehová y que si deseo leer una revista que me ofrecen. Pues mire, la verdad es que ahora mismo no tengo ninguna gana de leer esa revista, y menos de testigos de jehová con los que no me une nada…ese es mi primer pensamiento, claro que me callo y no lo expreso. Me quedo parada sin decirles eso, y claro me la ponen en la mano. Yo no soy testigo de Jehová, les digo por no decirles claramente otra cosa. Y me contestan, sí ya nos hemos dado cuenta, y dirigen su mirada directamente hacia la puerta. En la puerta de mi casa, encima de la mirilla hay desde siempre una placa del Sagrado Corazón de Jesús. Entonces, reconocen que justo por eso han llamado a mi puerta.
Mi puerta está abierta para todos, o casi todos. Y más, si vienen con buenas formas. Pero lo siento, no han llegado en el momento preciso. Así que no puedo dedicarme a estar de charla mucho tiempo, ni les invito a pasar hacia dentro. Me dicen que lea la revista y que si lo deseo ya vendrán otro día a que comentemos y charlemos sobre lo leído. Pues les contesto que es «complicado». Vamos que lo veo difícil por no decir imposible. Ya me sé el cuento (es lo que pienso, y aunque no lo diga de esa forma, más o menos se lo he dejado entrever a ambas….). Despido a las señoras amablemente, y cierro la puerta con mi Sagrado Corazón. Vamos Bolota, vamos a continuar con lo que estábamos.
Mi primer impulso había sido romper directamente la revista del Reino. Perdón, mi primer impulso fue primeramente haberla rechazado, pero recapacité y la acepté. El segundo fue no leerla y tirarla a la papelera directamente. Pero también recapacité y me he molestado en leerla. Muchos pasajes de la Biblia, muchas menciones a Dios, mucho leer más y dirigirte a más Biblia, mucha mención a la religión verdadera…..y el resto, el demonio vestido de Papa, sacerdotes pederastas….infieles condenados sin purgatorio, no misas, no buenas obras, etc. Pero, pero, pero….pero, no he visto por ningún sitio mención a mi Sagrado Corazón de Jesús, ni la Eucaristía, ni mi Virgen, ni el perdón, ni los sacramentos, ni la reconciliación, ni la misericordia….. Ah lo siento, ahí me habéis dado y fuerte. Lo siento, llegáis en un momento que sin Ella no soy, porque sin Ella no llego a Él. Y gracias a Ella, estoy reencontrándome con Él.
Esto se llama captatio benevolentiae. Y este episodio de hoy me ha servido para recordar cuando era pequeña y en mi casa tuvimos una asistente personal, que diría Echenique, que era testigo de Jehová, y que se pasaba horas y horas hablando con mi madre e intentando hacerla cambiar de fé, por activa y por pasiva. Ni entonces, ni ahora tuvo éxito. Y al final cansaba y conseguía el efecto contrario.
He leído la revista, que no se diga. Y ha terminado en pedazos en la papelera. La revista contenía muchas palabras, pero faltaban tantas cosas que dudo que podamos discutir y charlar de nuevo algún día sobre ella. Faltaba TODO.