Si mi vida dependiera de un hilo,
yo dejaría que sólo tú
lo pudieras cortar.

Deseando que también
tú me recogieras,
cuando yo cayera…

Resbalándome entre la cuesta
de los miedos,
y el vaivén
del desdén.

Yo sostendría tus desvelos.
Y me acurrucaría con ellos.
Los guardaría en mis bolsillos
para poder mirarlos,
a cada momento, a cada instante,
que a mí me apeteciera.

Cuando pensara que se podrían
escurrir por el roto de mi tela,
los llevaría a mi subsuelo.
Y ahí, reposaría con ellos.