En la paz del Señor te has marchado, en calma y en silencio. Sin apenas dolor físico y rodeado de tus hijos, como todo el mundo quisiera marcharse. Acunado por la Misericordia divina. Al terminar la Coronilla, definitivamente has dicho adiós a esta vida, en la espera de la verdadera.
Vas camino de ella, al encuentro con el rostro de Jesús resucitado, y al encuentro de tu querida Pili, tu Antonio, tus padres y el mío. No puedo estar alegre, pero tampoco quiero derramar lágrimas, porque tenemos que intentar que Luisa, el ser más inocente y angelical, no sufra tu ausencia. Ayer estaba con ella en el mismo momento en que tú te ibas, y como siempre me maravillé viéndola cenar y manejarse con su perfección con todo lo que ella saber hacer. Viéndola, pensé para mí: Yo termino de cenar y me quedo enredando y perezosa en la mesa. Ella, termina y retira su taza. La enjuaga y coloca donde debe colocarse. Coge su mantelito, y quita una a una cada miga de la magdalena. No se le cae ninguna, no tiene prisa, no tiene agobios, y sabe que todo se debe hacer de una manera perfecta, la que ella aprendió. La que tú y tía Pili le enseñasteis junto con sus hermanos. Gracias Tío Antonio. Gracias por estos años, aprendiendo tantas cosas, viendo tanto cariño y amor en tus recuerdos, en tus historias, en tus recortes de prensa, en las grapas del Extremadura y el Hoy.
Gracias por compartir tantos momentos alegres y tristes, gracias por recordarme tantas veces a mi padre. Gracias por permitirme ser una de tus sobrinas preferidas. No sé qué número de ellas hago, pero sé que soy una de ellas.
La vida es maravillosa porque nos da la oportunidad de conocer tantas cosas buenas, y descubrir pequeños milagros en cosas sencillas, y sobre todo porque nos da la oportunidad de querer y apreciar a quienes nos rodean, como tú.
Mis recuerdos de niñez están asociados a esos caramelos que siempre nos arrojabas en el campino. A ese camino donde la chiquillería Rosado, recibía a los de Sevilla, siempre alegres cantando: Viva Franco, Viva Franco, Viva Franco….y su mujer. (y nos hemos quedado sin saber por qué lo cantábamos, pero da igual. Éramos felices todos).
A esas películas de tomavistas en blanco y negro, y en color también. A esas tardes de verano merendando un bocadillo de nocilla con todos los primos, o corriendo por las calles de Baños. La señora Florencia, el señor Santiago y el fiel Muley. Gracias por estar en todos esos momentos, y grabarlos en papel Kodak . Gracias por esas coquinas en Punta Umbría. Gracias por tantas fotocopias y recortes de noticias rotuladas en círculo rojo o verde.
Cuando somos pequeños no valoramos esas cosas, e incluso puede que pensemos: ¡Qué pesado, como mi padre! Pues precisamente eso: como mi padre.
Si no es por ti, muchos no hubiéramos conocido el bigote que escondía ese labio raro y otras cosas raras… ejem…ejem,. Del tío Mateo. Y no nos hubiéramos enterado ni del cumpleaños de Bin Laden, ni de la fecha de tantos nacimientos, bodas, funerales de tantas personas familiares, amigos, famosos y desconocidos, apuntados en esas agendas y papelillos para guardar en el bolsillo de la camisa.
D. Antonio hoy se ha puesto guapo. Se ha colocado su camisa de Antonio Mompou, y está feliz porque hasta el Gato al Agua se ha acordado de felicitarle. Don Antonio está feliz poniéndole grapas a unos periódicos cuyas hojas se desarman, porque no son como su ABC de Sevilla. Don Antonio está feliz porque hoy se relame con natillas, flanes y bizcochos, o porque su yerno Miguel le ha llevado una tonelada y media de helado.
Don Antonio está feliz porque recuerda Monte-bola,…. cómo visitó una feria en su viaje de novios para ver maquinaria para la fábrica de viguetas de su padre. Don Antonio está feliz porque repasa álbumes de fotos, y ve su niñez, su carrera en Salamanca, la mili en Berga …. Él único que la hizo realmente… Las Ollero y los Quirós. Figueira, Fátima y Parapuños. Todos su familia más querida.
Don Antonio saludaba siempre en alemán y en portugués, y ahora tiene hasta un biznieto alemán y una sobrina nieta que ladra y dice: ¡Muito obrigada!. Quien te conoció Corrales…que diría Bola, y que ya decimos todos.
Don Antonio me da la mano, me pide que me siente junto a él, me invita a una cerveza y me incita a fumar en su presencia, uno, dos o tres, y si me dejan un puro….privilegio de sobrina predilecta. Luisa, trae un cenicero. Y Luisa obediente y bien hecha, siempre lo trae.
Te he visto triste y feliz, y te he visto sonreír hasta en momentos duros. ¡Vamoh por Dio!…………… Caracino y Manzano. Y nos haces sonreír a todos.
Te vamos a echar mucho de menos, pero sabemos que ya estás disfrutando la gloria de Dios. Gracias tío Antonio, por todo lo que nos has dado, y sobre todo por ser el espejo en el que poder ver tantas veces a mi padre.
Me dicen que después de escribir esto, han encontrado tus hijos entre tus papeles una libreta de esas en las que apuntabas las fechas importantes. Y entre éstas, estaba el cumpleaños de Bin Laden, de Amancio Ortega y de Rosalía Mera….
Y gracias a sus hijos por haber querido que esta carta repose junto él, así podrá garabatearle algún circulo, para señalar algo que hay que leer. Muchísimas gracias.