🌾El grano de mostaza🌾
Al grano de mostaza por pequeño que es no se le tiene mucho en cuenta, pensamos solamente en los grandes granos y semillas, los que dan frutos preciosos y grandes. El trigo que alimenta a tantos en el mundo es uno de los frutos preciados, sin embargo hoy en día la quinua va avanzando poquito a poco, y antes era despreciada y alimentaba solo a los pobres andinos. Del mismo modo que ocurre con la semilla, ocurre también con el que la trabaja. Nos acordamos del hombre del campo cuando recolecta la cosecha, cuando llegan los frutos, pero antes hubo una labor previa. Una labor muchas veces silenciosa y silenciada, porque es callada y no vende en nuestra sociedad. Como no se vende, lo que no se publicita y está en el escaparate de los medios de comunicación.
El hombre del campo prepara la tierra, la airea, la acomoda y deja respirar, arma los caballones, estercolea, deja caer la semilla… riega pacientemente, mirando las nubes cada día, esperando que pasen tormentas y vientos que puedan llevarse sus preciosas semillas. Él buscó el mejor momento para plantar, la mejor tierra que pudo, recogió la mejor simiente, hizo sus semilleros y sembró plantones…rezó por el agua, rezó contra las heladas….rezó y predicó con su trabajo y preocupación.
La semilla de la mostaza enraizó en tierra, hizo brotar una planta fuerte y sana que fue creciendo conforme era cuidada, hasta ser un árbol enorme y hermoso. La semilla de la mostaza tuvo un gran sembrador.
Hoy el Señor nos pide eso, que seamos sembradores, que no seamos cosechadores. La cosecha llegará cuando se hayan hecho todas las labores en el grano de mostaza y las otras simientes. Incluso sobre el mayor erial y en el desierto prenden las plantas, si no nos olvidamos de ellas y vamos haciendo nuestras labores.
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Me cubrieron con su manto estrellado, y sobre ese manto estaba escrito que nuestra fe llegue a ser como un grano de mostaza. Hoy me acordé de eso en la homilía y entendí lo de ese grano de mostaza de la Guadalupana. La Virgen me llamó, con sus brazos extendidos y me dijo que debía ser su apóstol, que fuera sembrador suyo… y que no me preocupara de la cosecha. Ya llegará cuando sea su voluntad.