Confinamiento. Llevamos tres semanas y pico confinados. Haciendo de esta cuarentena, una verdadera Cuaresma. Estamos preocupados especialmente por toda la gente mayor, débil y desamparada que se encuentra en residencias de ancianos, por los que están en sus casas sólos o casi solos. Algunos separados de sus familias, otros encerrados intentando suplir la falta de ayuda para manejar situaciones para las que nadie nos ha preparado.
Más de 14.000 muertos oficialmente muertos, porque ahora en España uno puede morir oficialmente y otros mueren sin que se sepa, sin que computen, sin que tal vez nadie añore, llore o eche en falta. Eso es: Falta de humanidad de nuestro gobierno, y por qué no decirlo también: Falta de humanidad de nuestra sociedad que tenía ya en el parlamento preparada la discusión y aprobación de la ley de Eutanasia. La Naturaleza actúa por la mano del hombre, y eso es lo que acontece. Vosotros lo queríais, vosotros lo conseguiréis.
Durante estos días he vuelto a recordar la historia de Inmaculeé Ilibagiza. La historia del genocidio de Ruanda en los años 90. Los Hutus y los Tutsi. Seguro que algunos eso lo si lo recuerdan – eso quiere decir que si lo recuerdas es que también eres una persona de riesgo en esta pandemia-. Y es que al principio casi nadie daba el perfil….eran solo los viejetes. Persona o grupo de riesgo era al principio algo lejano a muchas personas, hoy una gran parte de la población lo somos por circunstancias diversas y el que no lo es, tiene padre o abuelo.
Nos han confinado, encerrado. Pero ahora se llama así: confinado. Pero algunos estamos confiados no confinados. Confiados en Dios, no en los hombres que mandan y dirigen este campo de exterminio.
Confinamiento y exterminio. Dos palabras que hablan de los judíos, de los Hutus y Tutsi.
Estos días he recordado la historia de Inmaculeé Ilibagiza. Ella hoy escritora de gran éxito, conferenciante, trabajadora también de la ONU, en su momento y mujer comprometida. En los años 90 Ruanda sufrió un genocidio donde murieron más de un millón de personas en apenas tres meses. Algunos como ella sobrevivieron escondidos. Ella entonces con 22 años escondida en el baño de un pastor protestante de la etnia contraria. Ella Tutsi católica, junto a otras seis mujeres ( desde niñas de siete años a 55 años) en un baño de apenas 1 metro por 1.20 de superficie. Solo un inodoro y una ducha. Y ellas sentadas unas sobre otras, sin luz…sin ventilación, sólo con su fe, un rosario y la Biblia memorizada en su cabeza. Rodeados de Hutus que buscaban a quien masacrar. Perdió a casi toda su familia, pero no perdió la fe y encontró a un Dios amoroso que le ayudó a sobrevivir y después perdonar. Hay algunas cosas curiosas, coincidentes, o Diosidencias con lo que ocurre ahora. La Virgen en Kibeho (Ruanda) se había aparecido unos años antes y había predicho la tragedia. Y Ella, Inmaculeé fue testigo de ello. Y como ahora fue un periodo de purificación y conversión. De vuelta a Dios por parte de muchas personas que ahora encuentran el valor de la amistad, de la familia, de la oración, de la solidaridad… eso lo dijo la Virgen, y eso lleva más de 35 años anunciando la Virgen en Međjugorje, como antes dijo en Fátima: Que vendrían tiempos de purificación, de dolor y sacrificio. Y tiempos de conversión. Unos signos que nos ha ido anunciando en sus mensajes durante estos años. En Kibeho durante las apariciones de la Virgen María, el nuncio del Papa se llamaba Hoser. El lo vivió y el representó al Papa en todo el proceso de reconocimiento de las apariciones. Monseñor Hoser es desde hace apenas dos años el representante y enviado especial del Papa en Medjugorje. Único lugar del mundo con dos obispos por decisión papal, como dice Frá Marinko.
Yo tendría que haber pasado parte de esta Cuaresma allí escuchando a Frá Marinko y viendo a Monseñor Hoser sentado junto al altar en muchas celebraciones en la parroquia. Pero por la pandemia, la sensatez aconsejó no viajar antes de que nuestro irresponsable gobierno decidiera el confinamiento del país. Hicimos bien, pues sabemos que nos hubiéramos quedado tirados en Croacia primero y en Bosnia-Herzegovina después, pues ambos países supieron reaccionar mejor que el nuestro.
Y en estos días me vuelvo a acordar de la vida de Inmaculeé Ilibagiza y de sus libros. Especialmente el que cuenta su historia de descubrimiento del perdón y del amor de Dios dentro de un exterminio y en un verdadero confinamiento. Lo nuestro qué va a ser un confinamiento, si tenemos acceso a lo más básico y hasta a los lujos. Cerveza, golosinas y chuletones de ternera son los productos más comprados en España. Ya nos hemos olvidado del papel higiénico. Un confinamiento diferente. Aquí preocupándose muchos por cuándo terminaremos el curso, cuándo comenzará el otro. Los únicos casi, que verdaderamente están sufriendo un calvario son nuestros ancianos y sus familias que agonizan, y mueren solos. En un número que es insoportable para muchos, y debiera serlo para todos.
Estando en Medjugorje en septiembre de 2017 tuve la Gracia de conocer a Inmaculeé y escuchar su historia contada por ella de su boca. Yo ya había leído y conocía su historia. Pero no es lo mismo desde luego. Hoy, estos días me vuelvo a acordar de ella y de esa tragedia que la Virgen ya había anunciado. Y me viene a mí y a muchos apóstoles de la Virgen, que Ella ya ha hablado del ahora de estos tiempos. Precisamente el episodio de Ruanda comenzó durante la Cuaresma. Y precisamente el pasado día 2 de marzo, la Virgen en Međjugorje dijo que ya no habría más mensajes los días dos de cada mes.
Yo siento pena, una pena profunda por mi familia, por mi madre porque ella como tantos es objetivo de este virus y de este irresponsable, ella y los padres, abuelos, tíos de tantos conocidos y amigos. Llevamos años cuidando a nuestros familiares, preocupados, sacrificándonos por ellos. No queremos que tengan conocimiento de esto que pasa, aunque algo saben y algo intuyen. Pero mejor no.
Yo siento además de la pena y tristeza, una gran paz porque sé que estoy especialmente ayudada y protegida por Dios y por María. Ella me hace volcarme en la oración, y lo que no era capaz de hacer hace unos meses, como rezar un rosario sin dormirme muchas veces, ahora lo hago en medio de la noche sin darme ni cuenta. Rezo laudes, intermedia, coronillas para acompañar a los moribundos, Ángelus, misa, hora Santa de Adoración, completas…y me voy recorriendo de forma virtual muchos países e iglesias. Pero no estoy sola, al contrario. Hay un ejército de personas que están haciendo lo mismo desde hace tiempo, y no lo hacen, no lo hacemos por nosotros. Lo hacemos por todos, creyentes y no creyentes. La Virgen nuestra Madre cada día 2 de mes nos ha pedido que recemos especialmente por los que no conocen el amor de Dios. Ellos llorarán de alegría cuando sepan como nos ama nuestra Madre, como siempre ocurre. Doy fe.
También doy fe que además de rezar hay muchas personas que intentan ayudar y servir, porque es la fe con obras la que nos hace católicos. Pero se hace en silencio, sin ruido. Todo a imitación de María.
No puedo comulgar, eso me apena. Pero además de hacerlo espiritualmente, ya he encontrado quién comulgue por mí. Y sé que también esa persona hace como yo, y ofrece, y coloca esa comunión en manos de María para que Ella me acerque al Corazón de Jesús. Quién mejor.
Estoy en paz y con serenidad como muchos porque no estamos confinados, sino CONFIADOS.